El Informe de Desarrollo Humano de la ONU debe ir más lejos cuanto a la desigualdad

by Steven L. B. Jensen, Researcher at the Danish Institute for Human Rights Blog INVALID 6, Blog INVALID 7, By invitation, By invitation BORRAR

Este texto fue publicado originalmente por OpenGlobalRights.

En diciembre, el PNUD lanzó el Informe sobre Desarrollo Humano 2019. Anteriormente, ya se había anunciado que el nuevo informe reconceptualizaría el desarrollo humano bajo el concepto de desigualdad. Esta formulación ofrece una visión más holística de las injusticias existentes en todo el mundo.

El informe combina las desigualdades de ingresos y riqueza con aquellas más tradicionalmente asociadas con el desarrollo humano, como las desigualdades en salud y educación. A esa mezcla se suman las desigualdades que probablemente serán predominantes en el siglo XXI, es decir, las relacionadas con el cambio climático y el acceso a la tecnología y las habilidades requeridas en la economía del conocimiento. El subtítulo del informe lleva en sí una declaración programática: “Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente”.

El cambio es potencialmente paradigmático también para los derechos humanos. En ese contexto, vale la pena mencionar que el informe de 2000 se centró en “Derechos humanos y desarrollo humano”. El nexo entre ellos, por lo tanto, no es nuevo. Es más bien una cuestión de explorar dónde la relación se encuentra hoy.

Hay dos áreas donde el Informe sobre Desarrollo Humano 2019 es especialmente fuerte en su compromiso con los principios de derechos humanos, en particular con la dignidad y el universalismo.

El informe argumenta convincentemente que “la búsqueda de la dignidad es crucial para definir los aspectos constitutivos del desarrollo en el siglo XXI”. Las implicaciones potenciales de esto son importantes para explorar más a fondo la cuestión desde una perspectiva de derechos humanos. No solo ayudan a identificar “fuentes emergentes de exclusión”, sino también pueden ampliar el reconocimiento de los tipos de intervenciones necesarias para enfrentar desigualdades nocivas.

El informe explica que “la dignidad como igualdad de trato y no discriminación puede ser aún más importante que desequilibrios en la distribución del ingreso”. La evidencia de Chile, un país con una distribución del ingreso muy desigual, muestra que, en términos de las preocupaciones de las personas, el descontento con el acceso desigual a la salud y a la educación y con las desigualdades en el respecto y dignidad con que las personas son tratadas ocupó un lugar más alto en comparación a la desigualdad de ingresos.

El informe también hace un fuerte reclamo por el universalismo. El universalismo es, por supuesto, un principio fundamental de los derechos humanos. Pero el informe destaca que un compromiso con el universalismo ha brindado “logros masivos” – por ejemplo, en educación y salud. Las políticas universales exitosas no pueden construirse solamente sobre una cobertura extensa, pero deben venir con recursos adecuados y estar diseñadas para garantizar calidad y equidad.

En primer lugar, el informe pide servicios sociales integrales que garanticen “el acceso equitativo a servicios de calidad de conformidad con las nuevas demandas y aspiraciones del siglo XXI”. En segundo lugar, el informe pide políticas especiales complementarias para las personas excluidas, pobres y marginadas. Estos enfoques son necesarios para superar las privaciones causadas por la discriminación contra determinados grupos, por ejemplo. El universalismo puede ser proporcionado por la combinación de los dos.

Esta es una línea de pensamiento que debe complacer a la comunidad de derechos humanos y aquellos que trabajan con enfoques de desarrollo basados ​​en los derechos humanos. Aunque no sea una novedad para la mayoría, vale la pena repetirla con convicción en este contexto porque el universalismo ciertamente tiene sus detractores. Los derechos humanos y el desarrollo humano comparten una causa común en esa cuestión.

No hay duda de que los autores del Informe sobre Desarrollo Humano 2019 simpatizan con los derechos humanos. El respeto a los derechos humanos se menciona como uno de los “elementos clave del desarrollo humano”. Hay también una “contribución especial” de una página de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Si bien es un texto bastante genérico en términos de contenido, esta visión comprensiva no siempre es tan explícita como cabría esperar.

A lo largo del informe se mencionan derechos humanos específicos, como los derechos de las mujeres y LGBTI, la libertad de opinión y expresión, el derecho a un nivel de vida básico, los derechos reproductivos y el derecho al agua y al saneamiento. El informe se refiere prontamente a la Declaración Universal de 1948, pero esto parece más un marcador histórico-simbólico. No hay referencias explícitas a los derechos humanos como obligaciones legales vinculantes para los estados y consagradas en convenciones internacionales.

Es una omisión desafortunada. La razón puede ser la propia naturaleza del Informe de Desarrollo Humano, las evidencias que cita y el diagnóstico de desigualdades multidimensionales que orientan el informe en una dirección muy enfocada en políticas.

Por supuesto, las buenas políticas y programas pueden mitigar varios de los problemas documentados. El informe destaca como su mensaje más importante que “nada es inevitable cuanto a varias de las desigualdades más perniciosas en el desarrollo humano”. Esa es una llamada a la acción.

Sin embargo, el énfasis en la política no parece suficiente para movilizar y poner en funcionamiento respuestas efectivas a estas “desigualdades perniciosas”. Los derechos humanos tienen más que ofrecer de lo que permite el informe debido al hecho de que son obligaciones legales. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son, en comparación, solamente compromisos políticos.

El marco legal internacional para los derechos humanos también viene con mecanismos de monitoreo de la ONU. Estos, de manera continua, abordan muchos de los problemas documentados en el Informe de Desarrollo Humano. Estos mecanismos merecen destacarse por el papel que pueden desempeñar. Soluciones políticas y legales deberían estar más integradas y un mayor enfoque en los derechos humanos podría ofrecer el apoyo necesario a esto. El diagnóstico devastador presentado en el informe merece que se le agreguen enfoques más enjuiciables.

No operar en silos es una lucha constante para las Naciones Unidas. Es necesario destacar que el informe falla en conectar más explícitamente las obligaciones legales de derechos humanos de los Estados con estrategias que reduzcan la desigualdad. Este problema es de mayor relevancia. Para que los derechos humanos y el desarrollo se refuercen mutuamente, la conexión entre los dos, y sus ventajas mutuas, debe hacerse lo más explícita posible. Y esto debe incluir una referencia clara a las obligaciones legales subyacentes a los derechos humanos, y a la arquitectura de la ONU para monitorear el cumplimiento.

A pesar de esta omisión, el Informe de Desarrollo Humano 2019 es un logro significativo. Su nuevo énfasis que combina desigualdades de ingresos y riqueza con capacidades básicas y mejoradas representa una gran oportunidad para que la comunidad de derechos humanos participe en esfuerzos de desarrollo más amplios.

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