En su discurso en la 74ª sesión de la Tercera Comisión en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), Michelle Bachelet destacó los recientes “retrocesos contra la igualdad de género” y la necesidad de una “oposición al retroceso”. De hecho, en los últimos años, los derechos de las mujeres, y especialmente la salud y derechos sexuales y reproductivos (SDSR) de las mujeres, han sido un punto de controversia en la ONU. En ese sentido, ha habido una rediscusión del lenguaje previamente acordado presente en las resoluciones que promueven la SDSR. Mientras que aquellos en la ONU se centran en esta transgresión de normas, el progreso tangible en SDSR se ha estancado. El lenguaje acordado puede ser útil para establecer normas y estándares; sin embargo, un enfoque miope en las negociaciones internacionales está distrayendo la atención del impacto muy real en las mujeres y las niñas, que deberían ser el punto focal de estas negociaciones. ¿Cómo podemos pasar de las discusiones sobre procedimiento y lenguaje a beneficios tangibles para las mujeres y las niñas en el terreno?
Este blog examinará las negociaciones actuales sobre SDSR en la ONU y en la comunidad internacional en general, por qué la SDSR es importante y cómo la comunidad internacional puede trabajar para luchar por el progreso en SDSR.
¿Qué es SDSR?
El término “Salud y derechos sexuales y reproductivos” fue discutido por primera vez en 1994 en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD) de Cairo y en 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (CCMM) celebrada en Beijing. El Programa de Cairo declaró que “La salud reproductiva … implica que las personas pueden tener una vida sexual satisfactoria y segura, y que tienen la capacidad de reproducirse y la libertad de decidir si, cuándo y con qué frecuencia hacerlo”.
El ACNUDH asocia varios derechos humanos a la SDSR, como el derecho a la vida, el derecho a no ser sometido a tortura, el derecho a la salud, el derecho a la privacidad, el derecho a la educación y la prohibición de la discriminación. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) han afirmado de manera similar que el derecho a la salud incluye la salud sexual y reproductiva.
La SDSR está intrínsecamente vinculada al empoderamiento de las mujeres y niñas, y juega un papel crucial en la configuración del desarrollo social y económico futuro. Como resultado, la SDSR desempeña un papel clave en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y en el cumplimiento de las obligaciones internacionales de derechos humanos.
Estado actual de la SDSR en la ONU
Durante la polémica sesión de la Tercera Comisión de la Asamblea General de la ONU este año, los rechazos a la SDSR fueron evidentes a medida que determinados Estados desafiaron el lenguaje acordado y se desvincularon del lenguaje relativo a la SDSR. Este es el segundo año que vemos estas disputas surgiendo en la Tercera Comisión y en el sistema de la ONU en general. Tanto en 2018 como en 2019, Estados presentaron enmiendas hostiles a las resoluciones de SDSR. Estas acciones desafiaron los procedimientos informales y las prácticas de larga data sobre la aceptación del lenguaje previamente acordado, confundieron a aliados tradicionales, fueron contrarias al consenso y parecieron obstaculizar o incluso revertir el progreso en SDSR.
Estados Unidos ha sido uno de los Estados más vocales en su disidencia. Este año, pareció intentar simplificar su enfoque emitiendo una declaración general al comienzo de la votación en la Tercera Comisión; la declaración afirmaba que, entre otras cosas, “no aceptan referencias a la salud sexual y reproductiva”. EE.UU. hizo explicaciones más detalladas posteriormente, en declaraciones hechas en explicación de voto; a la ocasión, se desvinculó del lenguaje sobre “educación integral … con información sobre salud sexual y reproductiva”, “salud sexual y reproductiva y derechos reproductivos” y “interrupción segura del embarazo”. En respuesta a estas declaraciones en la Tercera Comisión, algunos Estados expresaron su consternación con la reapertura del lenguaje acordado y el incumplimiento de las normas procesales de la ONU.
Esta lucha interna también se lleva a cabo en otros puntos clave de negociación internacional sobre cuestiones relacionadas a los derechos humanos, como en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) y el Consejo de Seguridad (CSNU). En abril, por ejemplo, EE.UU. amenazó emplear el veto a una resolución sobre violencia sexual y conflictos en el CSNU debido a sus referencias a SDSR, lo que llevó a una atenuación de la resolución final que se aprobó. En octubre, EE.UU. permitió que se aprobara una resolución de mujeres, paz y seguridad en el CSNU, pero luego se desvinculó de todas las referencias a SDSR, una táctica similar a su disenso durante la Tercera Comisión. En la 41ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos, las cuatro resoluciones centradas en SDSR atrajeron 20 enmiendas hostiles. Al final, todas las enmiendas fueron rechazadas y las resoluciones aprobadas. En todos estos casos, se adoptaron las resoluciones sobre SDSR, pero vale la pena examinar a qué costo. ¿Cómo movemos la conversación de argumentos paralizantes sobre lenguaje acordado a nivel internacional hacia beneficios tangibles para las mujeres en el terreno?
¿Por qué la SDSR importa?
Al centrarse en las discusiones altamente politizadas y polarizadas sobre el lenguaje en las resoluciones de la ONU, puede ser fácil sentirse alejado de las amenazas que enfrentan las mujeres y las niñas en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, las malas condiciones maternas fueron una de las cinco principales causas de muerte de las adolescentes en 2016. En las regiones en desarrollo, se estima que más de 200 millones de mujeres que desean evitar el embarazo no tienen acceso a anticonceptivos o métodos de planificación familiar. Un tercio de todas las mujeres se enfrentan a la violencia y, para las mujeres en edad reproductiva, es más probable que esta violencia provoque la muerte que accidentes de tráfico y malaria combinados. En América Latina, la tasa de embarazo de las niñas menores de 15 años está aumentando, en gran parte debido a violaciones. Ante estos hechos alarmantes, es necesario insistir en la urgencia de cumplir con la SDSR.
Además, la SDSR está estrechamente relacionada con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La SDSR contribuye al cumplimiento de la igualdad de género (Objetivo 5), que también contiene la meta 5.1, sobre poner fin a la discriminación, las metas 5.2 y 5.3, sobre la violencia de género y prácticas nocivas (como la MGF y el matrimonio infantil) y la meta 5.6, específicamente sobre la SDSR. Además, existen varias metas en el Objetivo 3 (salud) que abordan la salud reproductiva de las mujeres: mortalidad materna (3.1); cobertura sanitaria universal, incluidos los indicadores para los servicios de SDSR (3.8); y salud sexual y reproductiva (“planificación familiar”) (3.7). También hay un efecto dominó resultante del cumplimiento de la SDSR. Lograr la SDSR puede contribuir a terminar con la pobreza (Objetivo 1), reducir la desigualdad (Objetivo 10) y acceder a una educación de calidad (Objetivo 4). Cuando las mujeres y las niñas tienen acceso y control sobre su propia salud sexual y reproductiva, pueden completar su educación, hacer crecer su carrera y cuidarse a sí mismas y a su familia.
¿Progreso?
Algunos estados han comenzado a reconocer la importancia de la SDSR en la ONU. Este otoño, los Países Bajos, en nombre de 58 países, emitieron una declaración conjunta en la Reunión de Alto Nivel de la ONU sobre Cobertura Universal de Salud (CUS) afirmando la necesidad de la SDSR para la CUS. Además, si bien varias tradiciones patriarcales y religiosas que inhiben el disfrute de la SDSR pueden ser difíciles de combatir, algunos Estados han superado recientemente creencias profundamente arraigadas para avanzar. Irlanda, por ejemplo, revocó de manera histórica una prohibición casi total del aborto el año pasado. Eslovaquia rechazó recientemente un proyecto de ley que habría impuesto severas restricciones al acceso de las mujeres al aborto. En 2018, Nepal promulgó la “Ley de Maternidad Segura y Derechos de Salud Reproductiva, 2018” (Ley de Salud Reproductiva), afirmando su compromiso con la autonomía corporal de las mujeres. El gobierno nacional en México propuso un proyecto de ley en el otoño de 2019 para despenalizar el aborto a nivel federal. A principios de 2019, Pakistán implementó medidas para proporcionar acceso al tratamiento obstétrico de fístulas en la provincia de Sindh. Túnez aprobó recientemente una legislación histórica para eliminar la violencia contra las mujeres (aunque todavía están trabajando en su implementación).
Si bien este progreso es elogiable, el cumplimiento de SDSR aún enfrenta varios obstáculos como: barreras a la educación, desafíos de salud mental, desastres naturales, conflictos armados, desplazamiento y discapacidad. Todavía hay grandes disparidades entre países con respecto a la capacidad de las mujeres para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva; varias mujeres y niñas no están siquiera informadas de que estos derechos sexuales y reproductivos existen.
Avanzos
Durante la votación en la Tercera Comisión este otoño, frecuentemente parecía que las personas que hablaban con mayor frecuencia sobre SDSR eran aquellas que se desvinculaban del lenguaje sobre el tema. Las acciones de estos Estados afectan a las mujeres en todo el mundo, ya que la lucha interna por el lenguaje compromete el valor y la credibilidad de las resoluciones sobre SDSR. La comunidad internacional y las instituciones en las que se producen negociaciones y decisiones multilaterales necesitan defensores vocales e interregionales de la SDSR, como los países enumerados en este blog que recientemente aprobaron leyes progresistas.
Al debatir sobre SDSR, sus defensores deben centrarse nuevamente en mejorar y destacar las experiencias vividas por mujeres y niñas en el terreno. El lenguaje en una página no es comparable a la vida cotidiana de una mujer o niña. Además, esos defensores no deben permitir que la conversación sea apropiada por los detractores de la SDSR y deben destacar a la comunidad internacional la amplia gama de derechos y ODS que la SDSR abarca.
No es suficiente estar en la defensa cuando Estados rechazan el lenguaje acordado y la SDSR. ¿Cómo pueden los defensores de la SDSR no solo “oponerse al retroceso” sino también impulsar la conversación, y la respectiva acción, hacia adelante? Mismo en este clima hostil, el año 2020 presentará numerosas oportunidades para una mejor discusión sobre SDSR, y corresponde a los defensores sacarnos de este estancamiento político y tomar medidas concretas para las mujeres y las niñas.
Featured image: GA74 – Opening of the General Debate of the 74th Session of UN General Assembly by UN Women/Amanda Voisard, 24 September 2019, licensed under CC BY-NC-ND 2.0
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